[an error occurred while processing this directive] La Vacuidad de la Palabra
by Ivan Diaz, a teacher from Bogota, Colombia

Al descubrir la mujer la palabra
la envolvió un rubor fascinante;
creyó ser artífice de la creación
al nombrar cada cosa por su nombre
sintiendo que con la voz
palpaba la vibración inherente
a las esencias puras.

La profana palabra instauró la frivolidad:
El goce de lo dicho sin trascendencia alguna.

Instaurada la territorialidad ritual de la palabra
el circundamiento de su límite, la sacralizó.

El sentido de la palabra
correspondía a los hechos
y al honor de lo pactado.

La etimologías evolucionaron;
las exégesis incólumes
quebrantadas con el óxido del tiempo
abrieron paso a hermeneúticas;
Babel de la cultura floreció.

Al recorrer la palabra,
desde recónditos rincones,
pretendieron masificarla,
adornándola con artificios.

Las palabras se deshojaron lentamente
Y perdieron consistencia y credibilidad;
la escritura usurpó la memoria
convirtiendo el compromiso
en promesa de papel.

Giraron los significados
se torcieron los sentidos;
la adulación suplantó lo escueto.

Alejandría, recuérdalo,
un día las llamas consumieron los saberes
como precio de la intolerancia a la diversidad.

El hombre fatigado
de la magnitud de las bibliotecas
inventó la máquina binaria:
sies y noes
como presencias y ausencias
como juego de paradigmas
excluyentes e incluyentes.

La palabra abandonó el recinto tibio
el cuchicheo en la penumbra;
se convirtió en información
navegó por autopistas
y en sus redes laberínticas
se enredo Teseo obsesionado
olvidando la meta y el camino
la plausibilidad cedió paso a la entropía.

Nada era perenne,
giraban los significados
como heliotropos
y mantenían la unidad en la diversidad

Lo efímero llegó a la palabra
como corrosiva virtualidad sin su soporte.

Había escrito un mensaje
en el libro de los libros
"En el principio era el verbo
y el verbo era Dios"

Llegó la fatuidad
devoradora de palabras
y consumió el mensaje.

Ya no había verbo, ni palabra;
al hombre que hablaba ante el foro
nadie lo escuchaba
porque carecía de complejidades;
era un mimo predicando mimesis
era la mismidad desdoblada
en simplezas excluyentes
en múltiples espejos
clonando payasos
fútiles abalorios de sonidos
todas sonriendo al tiempo
todas llorando al tiempo
todas las palabras remedándose.

Se recubrió de apariencia la presencia
Y desconoció la esencia de la ausencia
La copresencia del ser y no ser, de la palabra.

Hana Ichi Momme (La mujer que hay en ti, de mi)
Zaid Vila de Mil ( El hombre que hay en ti, de mí)

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